LA PRACTICA INTENSIVA DEL YOGA

 

El vivir cotidiano demanda una activación constante de nuestro sistema nervioso, que se proyecta hacia el exterior a través de los sentidos de percepción y acción, y conlleva necesariamente el uso y desgaste de los recursos y la energía personal. La vida y sus obligaciones nos apremia, evitando muchas veces que podamos compensar suficientemente dicha activación con la pausa, el descanso y el sueño. Ello trae consecuencias no solo para la fisiología y la salud, sino también para el logro de la trascendencia.

Cuando una gacela sufre la persecución de una leona, la respuesta de estrés activa todos sus sentidos, su sistema cardiovascular, su metabolismo y sus músculos, para poder escapar y salvar la vida. Pero esta activación, dura apenas unos minutos…o la gacela es apresada y muere, o escapa y salva la vida. ¿Qué ocurre en el segundo caso? La gacela se entrega a una fase de recuperación-restauración a través, fundamentalmente, del descanso-sueño y de la alimentación a fin de recuperar sus reservas metabólicas. En la vida salvaje, se alternan constantemente estos ciclos de activación (estrés agudo) y descanso. Sin embargo, para el ser humano, las cosas ocurren de otro modo. Las condiciones de la vida en esta sociedad nos mantienen alejados de los ritmos naturales, del contacto con la naturaleza, y nos someten a un estrés constante (crónico) para solventar, de la mejor manera posible, las presiones laborales, económicas, familiares, medioambientales, etc. La fisiología dispone de recursos para aguantar esta presión, modificando la activación de alto desgaste (fase de alarma-estrés agudo) por una activación de menor intensidad y de mayor duración (fase de resistencia-estrés crónico). Sin embargo, este segundo mecanismo tiene también consecuencias, y conlleva un deterioro progresivo que, de no atajarse, producirá un breakdown, un agotamiento de la respuesta del organismo y toda una serie de síndromes y enfermedades por estrés.

Trascendencia, significa más allá, y en el caso del ser humano atañe a la vivencia del Ser. El Ser constituye el estado más fundamental de tu identidad, y solo es posible experimentarlo en la profundidad despierta y silenciosa de tu mente. Una mente agitada por las tendencias de la vida o dormida por el desgaste de ésta no tiene la condición ni la habilidad de experimentar el Ser. La mente debe ser llevaba a un estado sumamente aquietado, a través de un proceso de manejo y sutilización de la atención, que permita mantener la alerta a la vez que disminuimos su actividad: este es el proceso del Yoga, que crea un condicionamiento contrario a la vida cotidiana, porque apacigua en lugar de agitar, interioriza en vez de exteriorizar y despierta lo dormido e inconsciente.

Cuando uno comprende que todo en la vida es producto del aprendizaje y del condicionamiento, entonces puede entender la necesidad de intercalar periodos de silencio e interiorización, que sean lo suficientemente prolongados e intensos para generar un fuerte condicionamiento de lucidez y serenidad, que contrarreste los hábitos opuestos. Al dedicar un tiempo continuado a la práctica de Yoga, permitimos que el sistema (la fisiología y la mente) se restaure y resetee. Ello conlleva una optimización de la salud, sin duda, y la posibilidad de experimentar un nuevo estado de conciencia, Samadhi, donde vives el Ser que eres, más allá de los límites que el cuerpo y la mente te imponen. La vivencia del Ser aporta libertad, sabiduría, virtud, ecuanimidad, fortaleza, vigor, compasión…; transforma la vida entera y despliega toda la potencialidad humana.